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WILLIAN FREDY PALTA VELASCO

MAESTRO: PALABRA, ESPERANZA Y TRANSFORMACIÓN

MAESTRO: PALABRA, ESPERANZA Y TRANSFORMACIÓN

 

Quiero decirle que como educador, como político, como hombre que piensa la practica educativa, sigo profundamente esperanzado (…) que no soy esperanzado por capricho, sino por imperio de la naturaleza humana. No es posible vivir plenamente como ser humano, sin esperanza. Conserven la esperanza.

El grito Manso

Paulo  Freire

 

Asumir la tarea de ser maestro/a es comprometerse con la vida, es una forma de verla de manera particular, con ojos diferentes y  tener una mirada especial sobre la vida. Ser maestro/a no es una simple ocupación o una tarea que se cumpla para obtener resultados, sino que la vocación del maestro y la maestra es una vocación con la vida misma. El maestros es un aprendiente consiente de su ser inacabado, de su humanidad caminante en medio de la incertidumbre y que vive con libertad el cambio; por lo tanto, es un ser que no se ha quedado anclado en las culpas del pasado, ni lo detiene el temor al futuro y tampoco se queda en el apego del presente, sino que vive en la dialéctica atemporal de la existencia que se hace Kairós como tiempo donde emerge el amor, la ternura, la esperanza y la transformación.

La vocación del maestro/a lleva impregnada  la sensible experiencia de la comunicación dialógica  a través de la palabra que expresa  la humanidad que brota del corazón esperanzador. Una palabra abierta, alegre, fresca, oportuna; es decir, es una palabra viva, una palabra sagrada que se entrega, y al donarse crea y recrea vida y sentidos de vida, repara sueño y abre horizontes. Una palabra que no se impone, sino que emerge de la ternura  y la compasión alejándose  de la aridez de los discursos retóricos que estacan el anhelo de fraternidad,  paz y amor. La palabra de maestro/a  es una palabra de confianza, que no engaña, ni ilusiona con falacias sino que expresa lo diáfano de su corazón y la coherencia de su vocación.

La palabra del maestro/a es sabiduría porque brota de la contemplación por la vida,  al dejarse asombrar por el milagro de lo cotidiano, y así transformar la rutina en rito festivo, alegre y lúdico. Esa palabra amorosa del maestro/a  está presente en todos los espacios, momentos y lugares, llegando así al corazón del alma humana sin distinción, ni prejuicios, derribando los muros invisibles, que surgen de mentes rígidas que excluyen, segregan y dividen.

El maestro/a se vacía de su ego, deja a un lado su orgullo y abandona su lugar heroico, se hace servicio y sale al encuentro de quien le necesita, se hace proximidad, es decir, que el maestro/a hace de la educación un puente para reconciliar, unir y comunicar la vida. El misterio de ser maestro/a está en su humanidad, en estar siempre  abierto a la posibilidad, al cambio.  Ser maestro/a no es para seres perfectos sino para humanos consientes de la fragilidad, de lo inacabado de la existencia, por eso se hace un ser comprensivo, compasivo y atento a la necesidad de quien está caminando a su lado (proximidad). El maestro lucha desde el deseo de cambio, mas no pelea, porque en su quehacer educativo amante de la vida rechaza toda violencia producto del miedo y el rencor, por eso ser maestro/a es ser caminante hacia nuevas utopías.

La lucha del maestro/a es contra el sinsentido, cada amanecer es un emprender  el desafío de ir en contracorriente de los profetas de la desgracias que nos quieren hacer pensar que todo está perdido, que no vale la pena emprender procesos de cambio y que nos quieren instalar en el conformismo. Incluso este discurso en ocasiones se instaura en el corazón del maestro/a y aquí cuando la tristeza se apodera de su labor se reconoce frágil, débil: humano, pero su vocación esperanzadora le hace sobreponerse a la dureza de las situaciones, al rechazo social y al desconocimiento institucional y estatal. Ante toda esta dificultad se abre paso desde su ser  la esperanza que levanta y da sentido. Comprende que su labor es la liberación del sinsentido de la vida  e inspirar sueños, ilusiones y llevarnos a amar la vida.

La vocación del ser maestro/a está arropada en su humanidad sensible, amorosa, espiritual y próxima que transforma su vida y la vida de quienes establecen vínculos relacionales en su cotidianidad. Entre los seres humanos nos encontramos con los pesimistas y los optimistas, ninguna de estas personas hará el cambio, solo aquellos que albergan la esperanzan en su corazón gestan la trasformación y estos son los maestros/as, aquellas personas  que  desde su  palabra amorosa, profunda y liberadora llenan de esperanza y transforman la realidad, porque la trasformación es el fruto de la vocación del maestro/a llevada con amor.

 No es fácil ser maestro/a hoy, pero tiene mucho sentido, esta labor es como una poesía que emerge silenciosa en medio del ruido ensordecedor de la autopista aceleradas de la existencia, donde parece que nadie la aprecia y pareciera que no ha tenido sentido escribirla, pero cuando sin saber cómo vemos al joven sonriente declarándose a través de una sonrisa, de un beso y ver como aquella palabra ha hecho brotar el amor, comprendemos el sentido de la poesía. Esta es la labor del maestro/a,  ser mediación de la vida, de la palabra, de la esperanza y del amor. Aunque nunca nos demos cuenta,  la vida del maestro/a gesta milagros silenciosos  en los corazones de aquellos con quienes compartimos la experiencia pedagógica.

 

A  aquellos/as personas de palabras llenas esperanza  que han generado la trasformación y de  que me han inspirado en mi camino de búsqueda de maestro, gratitud, respeto y admiración.

 

Willian Fredy Palta Velasco

Mayo 15 de 2017 

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