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WILLIAN FREDY PALTA VELASCO

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

 Willian Fredy Palta Velasco

Estoy seguro de que uno de los saberes indispensables para la lucha de las maestras y los maestros es el saber que deben forjar en ellos, y que debemos forjar en nosotros mismos, de la dignidad y la importancia de nuestra tarea. Sin esta convicción, entramos casi vencidos en la lucha por nuestro salario y contra la falta de respeto. Es evidente que reconocer la importancia de nuestra tarea no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que es fundamental. Y algo más: indispensable para la vida social. Por eso no puedo formarme para la docencia solo porque no hubo otra oportunidad para mí, y menos aún porque mientras me "prepare" espero un casamiento. Con estas motivaciones, que sugieren más o menos el perfil de la práctica educativa, estoy en ella como quien pasa una lluvia.

Paulo Freire

Cartas a quien pretende enseñar

 

Ser maestro no es solo un título, sino un estilo de vida, una vocación que asumimos con un profundo sentimiento de servicio y amor hacia los demás, en especial de los niños, niñas y jóvenes. Por eso hoy estoy seguro que quienes viven en torno a los procesos de aprendizaje,  no ejercen solo una profesión o una actividad rutinaria,  sino que hacen  vida la  promesa que subyace en el ser del maestro de entregar cada día lo mejor que cada uno tiene, de irradiar de amor y alegría los corazones de todas las personas con las que nos relacionamos. Soy testigo que los maestros son seres con una especial cualidad, porque son personas llenas de esperanza, que van en cada espacio transformando el mundo.  

La vida del maestro, entonces,  es darse hasta el cansancio, es entregar la vida. El maestro no comparte un saber, sino una existencia. Cada palabra que expresa va llena vida y trasciende la retórica vacía, porque el maestro con su existencia, la constituye en un dialogo que llega a lo más profundo del corazón humano y dese allí transforma realidades. Es así que ser maestro es transformarse en un ser inquieto, que siempre está buscando la creación y recreación de nuevas formas,  saberes y prácticas. Siempre hay algo que nos quema desde adentro y nos moviliza hacia nuevos horizontes. Cada día el maestro renueva su vocación y la razón de su praxis, porque comprende profundamente que no tiene sentido una vida, sin una causa por la que merezca ser vivida y por lo tanto, no tiene sentido emprender una lucha sino es por una sociedad donde las personas se puedan amar sin límites. En este sentido podemos decir que el fuego del verdadero revolucionario no quema sino que ilumina la esperanza de un nuevo amanecer y esta es una responsabilidad ineludible como nos lo recuerda Paulo Freire:

A mi entender “ser” en el mundo significa transformar y retransformar el mundo,  y no adaptarse a él. Es indudable que como seres humanos, nuestra principal responsabilidad es intervenir en la realidad y mantener viva la esperanza. En tanto, educadores progresistas debemos  comprometernos con esa responsabilidad (Freire, 2015, pág. 44)

Siendo consciente de esta dimensión ética -política, amar se constituye en la esencia misma de la praxis pedagógica, comprometiendo existencialmente el oficio de ser maestro a luchar por transformar la realidad y preparar escenarios más fraternos, solidarios y justos. Esto solo es posible con personas que  viven en plenitud cada día, sobrepasando lo más duro y viviendo el amor que los hace levantarse de las más duras pruebas y estas personas son los maestros, que poseen un fuerte carácter ético que  les hace levantar de las más duras pruebas y resistir la más duras críticas. Sin embargo, es menester aclarar que el maestro no es u superhéroe, sino un ser humano que vive la alegría y la irradia en cada lugar en el que habita. El maestro es una persona  feliz, porque  es una ser sensible, abierto, fraterno, solidario  que alberga la vida, la esperanza y el amor. Por esta razón  a pesar que el cansancio apremia  y la crítica social se hace cada vez más injusta, los maestros se hacen proximidad que contagian de su esperanza y alegría. No desfallecen ante las exigencias y las duras situaciones que deben afrontar. Aunque no es un superhéroe, si es un ser humano que vive a plenitud esta vocación trascendente, mística y espiritual, que le configura en su identidad y sentido.

Ser consciente del compromiso ético-político de ser maestro implica asumir una actitud de humildad, entrega y servicio fruto de una praxis liberadora y como testimonio que encarnamos la Pedagogía del amor, es por esto que los maestros no  vamos en busca de un status, sino que nuestra lucha es por un horizonte de sentido donde reine la justicia, la paz y el amor. Esto solo es posible si como maestros dejamos los prejuicios y posibilitamos una actitud dialógica, abierta, respetuosa y amorosa superando el temor que nos hace sentir perseguidos. Por eso es necesario superar el activismo escolar que se ha apoderado de la educación en todos los niveles, porque la labor del maestro se ha reducido a resultados, estándares y productos. Sin embargo, es importante recordar que la labor del maestro no se reduce a contenidos, estadísticas y calificaciones, sino que el quehacer del maestro es una praxis de vida, de provocar la búsqueda de sentidos de vida a través del motivar el gusto y el placer por el conocimiento. Es por esto que la conciencia del cuidado en las relaciones es una manifestación del amor como fundamento ético del proceso de aprendizaje.

Ser maestro del cuidado significa estar atentos de quienes pretenden robarnos la paz y la esperanza, esto implica No dejarse engañar por los profetas de las desgracias y amigos de guerra, seres necrófilos que viven llenando de amargura y dolor nuestra tierra. En este sentido la palabra del maestro debe ir llena de esperanza, de la alegría que  cada vez que se reinician las clases, florezca la vida. Que la alegría de llegar y encontrarse contagie de amor los rostros esperanzadores de los niños. Que nuestra praxis pedagógica sea colorear de alegría y felicidad el corazón inocente de los que llenan de vida nuestros lugares. Que el paso del maestro por la vida de cada persona sea un nuevo florecer de ilusiones y sueños juveniles para en transformar la realidad. Y que cada día sigamos siendo Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado.

 

Reflexión día del maestro. Mayo 2018

Willianpalta@gmail.com

Bibliografía

Freire, P. (2004). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI.

Freire, P. (2015). Pedagogía de los sueños posibles: Por qué docentes y alumnos necesitan reinventarse en cada momento de la historia. Buenos Aires: Siglo XXI.

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