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WILLIAN FREDY PALTA VELASCO

Maestros constructores de nueva humanidad

Maestros constructores de nueva humanidad

 

Willian Fredy Palta Velasco

willianpalta@gmail.com 

 

El ejercicio pedagógico en nuestra realidad colombiana experimenta momentos dramáticos, debido a que desde algunos sectores sociales se le quiere condenar a repetir los discursos hegemónicos, o de lo contrario reciben la censura y la crítica injusta. No obstante, la vocación de asumir el rol de maestro y maestra trasciende cualquier adversidad sea natural, social, política o económica.

La praxis pedagógica encierra un compromiso ético reservado a seres capaces de ver al mundo con otros ojos, a quienes son capaces de descubrir la belleza en medio tantas tragedias e injusticias. A quienes albergan en su ser la entereza para seguir buscando cada día nuevos horizontes. Por eso, los vemos, cada día, buscando alternativas para calmar el dolor y cambiar la tristeza. Son ellos y ellas los que no se quedan en las aulas, sino los que caminan por las calles buscando dignidad y justicia.

Los maestros y maestras son personas con un profundo sentido de humanidad, los he visto cada día preocupados por las realidades de sus estudiantes, y he notado como se les escapan lágrimas, al escuchar las historias de vida de los estudiantes que experimentan dolor y tristeza. Los maestros y maestras profesan una vocación de escucha y proximidad. Son seres de profunda espiritualidad que van cada día estableciendo vínculos afectivos, con quienes comparten sus vidas en ese espacio mágico que es la escuela, colegio o universidad. No importa el lugar donde estén, porque lo importante es, que con su presencia irradian de esperanza el lugar más lúgubre.  Los maestros y maestras, entonces, son seres con una profunda sensibilidad para comprender el valor de una mirada y la fuerza recreadora de una sonrisa.

En el corazón y en la mente de los maestros y maestras se alberga una fuerza transformadora que hace renacer el amor y renueva la esperanza. Los he visto salvar vidas de manera silenciosa; son héroes anónimos que construyen nueva humanidad. Su ejercicio profesional no busca el privilegio, la fama, ni la popularidad, porque en su ser habita una fuente insondable de sabiduría y una llama iluminadora que anima a seguir nuevos amaneceres ¿Qué sería de una sociedad sin los maestros y maestras? No sería más que el imperio de la desesperanza, de la muerte y del sinsentido. Porque son ellos y ellas la consciencia critica de una sociedad, que prefiere la apariencia y la hipocresía, que deambula contenta con una doble moral que valora el engaño y la falsedad, por eso se le quiere condenar y censurar porque su quehacer confronta la injusticia y no se amaña con la corrupción.

 De aquí se desprende el compromiso ético y político de la praxis pedagógica que implica una actitud de cuidado y promotor de sentidos de vida como características esenciales del proceso de aprendizaje. En este sentido, es importante recordar que el maestro y la maestra no son burócratas del conocimiento, sino que son seres humanos promoviendo espacios de paz y fraternidad.  Somos artesanos, músicos, pintores, escritores, poetas, académicos, científicos, filósofos, matemáticos, y muchos más; somos creadores y recreadores de sueños, ilusiones, esperanza y de sentidos de vida.

 

La praxis de maestros y maestras, entonces, se puede comprender como un acto de permanente recreación, esto significa entre muchas cosas dos situaciones en especial: i) que el quehacer pedagógico es un tiempo para el ocio (σχολή , que es el significado griego de escuela o del latín Skholè ), esto implica reconocer que la praxis pedagógica es un momento privilegiado de reflexión, meditación que está mediada por la  recreación,  que puede entenderse como diversión, pasarla bien, estar alegre. Desde esta perspectiva la educación es un acto que busca la felicidad y el bienestar, en otras palabras, que seamos cada vez mejores seres humanos.  ii) Un segundo sentido que podemos hacer de recreación es volver a crear, (re- crear). En el hebreo, el verbo בָּרָא (Bará) solo se asigna a Dios como el único capaz de crear de la nada; siguiendo una lectura Judeocristiana basado en la creencia que Dios ha creado al ser humano a su imagen, significa que los maestros y maestras también compartimos de su ser divino, porque hoy seguimos renovando, cuidando y amando la creación. Nuestras acciones como maestros y maestras son, entonces, nuevos actos de creación, porque es una praxis re-creadora de nueva humanidad. Por eso, donde hay un maestro o una maestra encontraremos un ser comprometido con la tarea de transformar la injusticia, la tristeza y el dolor. Finalmente, podemos decir que los maestros y maestras somos conscientes que tenemos el desafío ético-político de conservar la esperanza y no dejarnos robar la paz por aquellos que no valoran nuestra labor y que cada día quieren desconocer que, en la praxis pedagógica  se encuentra la magia de hacer florecer de alegría los corazones de los niños y niñas y en esas sonrisas se albergan sueños e ilusiones con los que cada día transformamos el mundo en un espacio con sentido de humanidad.

Feliz día Maestros y Maestras.

Reciban mi admiración y respeto en este día

Mayo 15 de 2019

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado

 Willian Fredy Palta Velasco

Estoy seguro de que uno de los saberes indispensables para la lucha de las maestras y los maestros es el saber que deben forjar en ellos, y que debemos forjar en nosotros mismos, de la dignidad y la importancia de nuestra tarea. Sin esta convicción, entramos casi vencidos en la lucha por nuestro salario y contra la falta de respeto. Es evidente que reconocer la importancia de nuestra tarea no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que es fundamental. Y algo más: indispensable para la vida social. Por eso no puedo formarme para la docencia solo porque no hubo otra oportunidad para mí, y menos aún porque mientras me "prepare" espero un casamiento. Con estas motivaciones, que sugieren más o menos el perfil de la práctica educativa, estoy en ella como quien pasa una lluvia.

Paulo Freire

Cartas a quien pretende enseñar

 

Ser maestro no es solo un título, sino un estilo de vida, una vocación que asumimos con un profundo sentimiento de servicio y amor hacia los demás, en especial de los niños, niñas y jóvenes. Por eso hoy estoy seguro que quienes viven en torno a los procesos de aprendizaje,  no ejercen solo una profesión o una actividad rutinaria,  sino que hacen  vida la  promesa que subyace en el ser del maestro de entregar cada día lo mejor que cada uno tiene, de irradiar de amor y alegría los corazones de todas las personas con las que nos relacionamos. Soy testigo que los maestros son seres con una especial cualidad, porque son personas llenas de esperanza, que van en cada espacio transformando el mundo.  

La vida del maestro, entonces,  es darse hasta el cansancio, es entregar la vida. El maestro no comparte un saber, sino una existencia. Cada palabra que expresa va llena vida y trasciende la retórica vacía, porque el maestro con su existencia, la constituye en un dialogo que llega a lo más profundo del corazón humano y dese allí transforma realidades. Es así que ser maestro es transformarse en un ser inquieto, que siempre está buscando la creación y recreación de nuevas formas,  saberes y prácticas. Siempre hay algo que nos quema desde adentro y nos moviliza hacia nuevos horizontes. Cada día el maestro renueva su vocación y la razón de su praxis, porque comprende profundamente que no tiene sentido una vida, sin una causa por la que merezca ser vivida y por lo tanto, no tiene sentido emprender una lucha sino es por una sociedad donde las personas se puedan amar sin límites. En este sentido podemos decir que el fuego del verdadero revolucionario no quema sino que ilumina la esperanza de un nuevo amanecer y esta es una responsabilidad ineludible como nos lo recuerda Paulo Freire:

A mi entender “ser” en el mundo significa transformar y retransformar el mundo,  y no adaptarse a él. Es indudable que como seres humanos, nuestra principal responsabilidad es intervenir en la realidad y mantener viva la esperanza. En tanto, educadores progresistas debemos  comprometernos con esa responsabilidad (Freire, 2015, pág. 44)

Siendo consciente de esta dimensión ética -política, amar se constituye en la esencia misma de la praxis pedagógica, comprometiendo existencialmente el oficio de ser maestro a luchar por transformar la realidad y preparar escenarios más fraternos, solidarios y justos. Esto solo es posible con personas que  viven en plenitud cada día, sobrepasando lo más duro y viviendo el amor que los hace levantarse de las más duras pruebas y estas personas son los maestros, que poseen un fuerte carácter ético que  les hace levantar de las más duras pruebas y resistir la más duras críticas. Sin embargo, es menester aclarar que el maestro no es u superhéroe, sino un ser humano que vive la alegría y la irradia en cada lugar en el que habita. El maestro es una persona  feliz, porque  es una ser sensible, abierto, fraterno, solidario  que alberga la vida, la esperanza y el amor. Por esta razón  a pesar que el cansancio apremia  y la crítica social se hace cada vez más injusta, los maestros se hacen proximidad que contagian de su esperanza y alegría. No desfallecen ante las exigencias y las duras situaciones que deben afrontar. Aunque no es un superhéroe, si es un ser humano que vive a plenitud esta vocación trascendente, mística y espiritual, que le configura en su identidad y sentido.

Ser consciente del compromiso ético-político de ser maestro implica asumir una actitud de humildad, entrega y servicio fruto de una praxis liberadora y como testimonio que encarnamos la Pedagogía del amor, es por esto que los maestros no  vamos en busca de un status, sino que nuestra lucha es por un horizonte de sentido donde reine la justicia, la paz y el amor. Esto solo es posible si como maestros dejamos los prejuicios y posibilitamos una actitud dialógica, abierta, respetuosa y amorosa superando el temor que nos hace sentir perseguidos. Por eso es necesario superar el activismo escolar que se ha apoderado de la educación en todos los niveles, porque la labor del maestro se ha reducido a resultados, estándares y productos. Sin embargo, es importante recordar que la labor del maestro no se reduce a contenidos, estadísticas y calificaciones, sino que el quehacer del maestro es una praxis de vida, de provocar la búsqueda de sentidos de vida a través del motivar el gusto y el placer por el conocimiento. Es por esto que la conciencia del cuidado en las relaciones es una manifestación del amor como fundamento ético del proceso de aprendizaje.

Ser maestro del cuidado significa estar atentos de quienes pretenden robarnos la paz y la esperanza, esto implica No dejarse engañar por los profetas de las desgracias y amigos de guerra, seres necrófilos que viven llenando de amargura y dolor nuestra tierra. En este sentido la palabra del maestro debe ir llena de esperanza, de la alegría que  cada vez que se reinician las clases, florezca la vida. Que la alegría de llegar y encontrarse contagie de amor los rostros esperanzadores de los niños. Que nuestra praxis pedagógica sea colorear de alegría y felicidad el corazón inocente de los que llenan de vida nuestros lugares. Que el paso del maestro por la vida de cada persona sea un nuevo florecer de ilusiones y sueños juveniles para en transformar la realidad. Y que cada día sigamos siendo Maestros de la esperanza, la alegría y el cuidado.

 

Reflexión día del maestro. Mayo 2018

Willianpalta@gmail.com

Bibliografía

Freire, P. (2004). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI.

Freire, P. (2015). Pedagogía de los sueños posibles: Por qué docentes y alumnos necesitan reinventarse en cada momento de la historia. Buenos Aires: Siglo XXI.

MAESTRO: PALABRA, ESPERANZA Y TRANSFORMACIÓN

MAESTRO: PALABRA, ESPERANZA Y TRANSFORMACIÓN

 

Quiero decirle que como educador, como político, como hombre que piensa la practica educativa, sigo profundamente esperanzado (…) que no soy esperanzado por capricho, sino por imperio de la naturaleza humana. No es posible vivir plenamente como ser humano, sin esperanza. Conserven la esperanza.

El grito Manso

Paulo  Freire

 

Asumir la tarea de ser maestro/a es comprometerse con la vida, es una forma de verla de manera particular, con ojos diferentes y  tener una mirada especial sobre la vida. Ser maestro/a no es una simple ocupación o una tarea que se cumpla para obtener resultados, sino que la vocación del maestro y la maestra es una vocación con la vida misma. El maestros es un aprendiente consiente de su ser inacabado, de su humanidad caminante en medio de la incertidumbre y que vive con libertad el cambio; por lo tanto, es un ser que no se ha quedado anclado en las culpas del pasado, ni lo detiene el temor al futuro y tampoco se queda en el apego del presente, sino que vive en la dialéctica atemporal de la existencia que se hace Kairós como tiempo donde emerge el amor, la ternura, la esperanza y la transformación.

La vocación del maestro/a lleva impregnada  la sensible experiencia de la comunicación dialógica  a través de la palabra que expresa  la humanidad que brota del corazón esperanzador. Una palabra abierta, alegre, fresca, oportuna; es decir, es una palabra viva, una palabra sagrada que se entrega, y al donarse crea y recrea vida y sentidos de vida, repara sueño y abre horizontes. Una palabra que no se impone, sino que emerge de la ternura  y la compasión alejándose  de la aridez de los discursos retóricos que estacan el anhelo de fraternidad,  paz y amor. La palabra de maestro/a  es una palabra de confianza, que no engaña, ni ilusiona con falacias sino que expresa lo diáfano de su corazón y la coherencia de su vocación.

La palabra del maestro/a es sabiduría porque brota de la contemplación por la vida,  al dejarse asombrar por el milagro de lo cotidiano, y así transformar la rutina en rito festivo, alegre y lúdico. Esa palabra amorosa del maestro/a  está presente en todos los espacios, momentos y lugares, llegando así al corazón del alma humana sin distinción, ni prejuicios, derribando los muros invisibles, que surgen de mentes rígidas que excluyen, segregan y dividen.

El maestro/a se vacía de su ego, deja a un lado su orgullo y abandona su lugar heroico, se hace servicio y sale al encuentro de quien le necesita, se hace proximidad, es decir, que el maestro/a hace de la educación un puente para reconciliar, unir y comunicar la vida. El misterio de ser maestro/a está en su humanidad, en estar siempre  abierto a la posibilidad, al cambio.  Ser maestro/a no es para seres perfectos sino para humanos consientes de la fragilidad, de lo inacabado de la existencia, por eso se hace un ser comprensivo, compasivo y atento a la necesidad de quien está caminando a su lado (proximidad). El maestro lucha desde el deseo de cambio, mas no pelea, porque en su quehacer educativo amante de la vida rechaza toda violencia producto del miedo y el rencor, por eso ser maestro/a es ser caminante hacia nuevas utopías.

La lucha del maestro/a es contra el sinsentido, cada amanecer es un emprender  el desafío de ir en contracorriente de los profetas de la desgracias que nos quieren hacer pensar que todo está perdido, que no vale la pena emprender procesos de cambio y que nos quieren instalar en el conformismo. Incluso este discurso en ocasiones se instaura en el corazón del maestro/a y aquí cuando la tristeza se apodera de su labor se reconoce frágil, débil: humano, pero su vocación esperanzadora le hace sobreponerse a la dureza de las situaciones, al rechazo social y al desconocimiento institucional y estatal. Ante toda esta dificultad se abre paso desde su ser  la esperanza que levanta y da sentido. Comprende que su labor es la liberación del sinsentido de la vida  e inspirar sueños, ilusiones y llevarnos a amar la vida.

La vocación del ser maestro/a está arropada en su humanidad sensible, amorosa, espiritual y próxima que transforma su vida y la vida de quienes establecen vínculos relacionales en su cotidianidad. Entre los seres humanos nos encontramos con los pesimistas y los optimistas, ninguna de estas personas hará el cambio, solo aquellos que albergan la esperanzan en su corazón gestan la trasformación y estos son los maestros/as, aquellas personas  que  desde su  palabra amorosa, profunda y liberadora llenan de esperanza y transforman la realidad, porque la trasformación es el fruto de la vocación del maestro/a llevada con amor.

 No es fácil ser maestro/a hoy, pero tiene mucho sentido, esta labor es como una poesía que emerge silenciosa en medio del ruido ensordecedor de la autopista aceleradas de la existencia, donde parece que nadie la aprecia y pareciera que no ha tenido sentido escribirla, pero cuando sin saber cómo vemos al joven sonriente declarándose a través de una sonrisa, de un beso y ver como aquella palabra ha hecho brotar el amor, comprendemos el sentido de la poesía. Esta es la labor del maestro/a,  ser mediación de la vida, de la palabra, de la esperanza y del amor. Aunque nunca nos demos cuenta,  la vida del maestro/a gesta milagros silenciosos  en los corazones de aquellos con quienes compartimos la experiencia pedagógica.

 

A  aquellos/as personas de palabras llenas esperanza  que han generado la trasformación y de  que me han inspirado en mi camino de búsqueda de maestro, gratitud, respeto y admiración.

 

Willian Fredy Palta Velasco

Mayo 15 de 2017 

SER MAESTRO (A): VOCACIÓN QUE SE ASUME CON EL ALMA

SER MAESTRO (A):   VOCACIÓN QUE SE ASUME CON EL ALMA

SER MAESTRO (A):

 VOCACIÓN QUE SE ASUME CON EL ALMA

Willian Fredy Palta Velasco

 

La práctica educativa (…) es algo muy serio. Tratamos con gente, con niños, adolescentes o adultos. Participamos en su formación. Los ayudamos o los perjudicamos en esta búsqueda. Estamos intrínsecamente conectados con ellos en su proceso de conocimiento. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad. Pero también podemos contribuir con nuestra responsabilidad, preparación científica y gusto por la enseñanza, con nuestra seriedad y nuestro testimonio de lucha contra las injusticias, a que los educandos se vayan transformando en presencias notables en el mundo.

Pablo Freire

Cartas a quien pretende enseñar

 

La vida es un constante caminar lleno de cambios y transformaciones hacia un horizonte de sentido y es a esto lo que llamamos aprendizaje; quienes hemos escogido la noble vocación de ser maestros (as) asumimos la vida con alegría, esperanza y amor, entregando toda nuestra existencia por una causa, por un anhelo, por un sueño que se gesta, crece y alberga en nuestros corazones;  es por esto que hemos aprendido a ver la vida de otra forma, desde otros lugares,  hemos aprendido a ver “lo esencial, que es invisible a los ojos”. Hemos comprendido la existencia de una forma tan singular, casi incomprensible a otras profesiones.

 Ser maestro (a) es asumir un estilo de vida, un ethos, que configura nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Afrontamos la incertidumbre de la existencia como la aventura donde nuevas realidades nos sorprenden y dejan perplejos. Esto implica la capacidad de abrir nuestra mente y corazón a mundos de innumerables posibilidades, donde la inconmensurabilidad de la vida nos confronta, y moviliza a leer el mundo con otra actitud, otro sentido ydescubrir otros lugares y caminos inciertos donde pocos son capaces de recorrer, exigiendo desplegar el amor que comprende, repara y anima. 

Ser maestro (a) no es cuestión de transmisión de conocimiento, sino de compartir la existencia;  es una experiencia no tanto epistemológica, sino vital; no es una cuestión de información, sino de sabiduría; no es una cuestión de ciencia, sino de amor. Asumir la vocación de maestro (a) es comprometerse en un proyecto de caminar hacia un horizontes de humanidad que trasciende la estructurarígida y reduccionista del adoctrinamiento y dogmatismo epistemológico, moral y político, convirtiéndosela educación en una apuesta que se renueva porque es viva, dinámica y transformadora. La educación para el maestro (a) es, entonces, una mediación de la sensibilidad, la misericordia y la proximidad como espacios para encontrar vínculos afectivosque hagan posible nuevas relaciones en un entramado cósmico, social y pedagógico. 

Quienes vivimos hoy el aprendizaje desde el lugar de ser maestro(as) renunciamos a la pretensión narcisista del autoritarismo cargado del terrorismo epistemológico, para abrirnos al despliegue de la vida en el encuentrofraterno, comunitario y espiritual.  Nuestrodesafío de ser maestros (as) es  asumir la actitud de discípulo que escucha, dialoga,estableciendo nuevas relaciones cercanas, solidarias y comunitarias donde la relación fragmentada, distante maestro y estudianteda lugar a la relación vinculante, implicadade maestro-estudiante, asumiendo el aprendizaje como una experiencia vital que emerge de las relaciones vinculantes de proximidad.

 Estamos llamado a generar nuevos espacios pedagógicos desde el co-razón para que el aprender sea una experiencia alegre, placentera, con sentido de humanidad;ésta no es una tarea fácil, al contrario, es una misión titánica, exigente y comprometedora,aúnmás frente a las diversas situaciones que acontecen en nuestra cotidianidad educativa, por eso requiere de laterca esperanza que solo habita en el alma del maestro(a) que cada día a pesar de las vicisitudes se levanta con la sonrisa en sus rostros y la alegría en sus ojos  que animan y recrean el sueños de las almas infantiles y los anhelos juveniles de una nueva humanidad.

 Nuestra sociedad se sostiene gracias a la entereza de los maestros y maestras que inclusos en los escenarios más violentos de la guerra y destrucción sembramos semillas de amor y reconciliación. Ser maestro (a) es una vocación que se vive con el alma porque se ha asumido una causa que de manera quijotesca realizamos cada día, en cada lugar, en cada rincón donde se nos necesita.

A todos los maestros y maestras que compartimos la aventura de amar, soñar y vivir con la esperanza de nueva humanidad, mi admiración, respeto y cariño pordarle sentido a construir cada día una nueva humanidad.

 

Mayo  de 2016  

LA PROXIMIDAD COMO COMPROMISO ÉTICO DEL MAESTRO

LA PROXIMIDAD COMO  COMPROMISO ÉTICO DEL MAESTRO

                           LA PROXIMIDAD COMO  COMPROMISO ÉTICO DEL MAESTRO

Willian Fredy Palta Velasco.

 

La ternura es expresión que uno al aceptar al otro en su legitimidad lo acoge junto a uno. La aceptación de legitimidad del otro es visionaria. Consiste que uno ve al otro y al verlo no lo niega, pero eso no implica necesariamente que uno lo acoja. Si lo acoge hay ternura. La ternura entonces, no es otra cosa que moverse con el otro en esa visión que lo acoge y en la cual uno descubre sus deseos y necesidades y lo toma en cuenta en su vivir.

Humberto Maturana

El sentido de lo humano 

 

La educación es un asunto de relaciones, en el que solo es posible el aprendizaje cuando se logra el establecimiento de vínculos afectivos; lo que implica redimensionar el ejercicio docente desde una expresión existencial como apuesta ética, que trascienda la enseñanza y supere la visión reducida de la educación como la transmisión de datos y contenidos, concebido como el único medio de establecer relaciones (Freire, 2005). El ejercicio pedagógico centrado en un positivismo cuadriculado y rígido, crea una distancia en las relaciones pedagógicas rompiendo todo espacio existencial y sensible, porque se enmarca en el ego narcisista del docente, con un discurso cargado de terrorismo epistemológico como argumento fundante de su saber, desconociendo que la educación es un permanente encuentro de humanidad.

 

El ejercicio docente asumido desde este compromiso ético, implica la proximidad, como la capacidad salir de si y entrar en relación simétrica de cuidado, respeto y compasión, constituyendo su ejercicio pedagógico en una praxis que transforma, renueva y crea. Es en este sentido, que el ser maestro-maestra se constituye en un acto de amor, de entrega y servicio.  Este compromiso ético es fruto de su vínculo afectivo con su propio ser y del sentido de humanidad que alberga en su interior. Es así, que la praxis pedagógica del maestro desde la sensibilidad  está impregnada de una profunda espiritualidad que trasciende desde el alma humana y se conecta existencialmente con la humanidad de otro-otra y del mundo al que pertenece.

 Esta profunda sensibilidad  pedagógica, posibilita contemplar la realidad  desde una mirada que no se deja atrapar en los reduccionismos propios de una sociedad consumista y mercantilizada que excluye y segrega, por eso la proximidad acoge, reconoce, valora a todos y todas sin excepción promocionando su dignidad y el desarrollo de capacidades.  El compromiso del maestro/maestra como praxis de proximidad, consiste en la superación de los reduccionismos y de las barreras  con las que limitamos nuestras relaciones en la cotidianidad, al considerarnos poseedores absolutos de la verdad  generando exclusión, agresión e indiferencia, es así que la proximidad se configura desde un sentido de humanidad en el despliegue del amor, que comprendido desde la mirada de Maturana  al expresar que El amor es el fundamento de lo social pero no toda convivencia es social. El amor es la emoción que constituye el dominio de conductas donde se da la operacionalidad de la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, y es ese modo de convivencia lo que connotamos cuando hablamos de lo social. Por esto digo que el amor es la emoción que funda lo social; sin aceptación del otro en la convivencia no hay fenómeno social” (Maturana, 2002)

Asistimos, entonces, a un sistema educativo frio y rígido que no permite el encuentro, las relaciones humanas, simétricas y amorosas, dificultando  el aprendizaje, e impidiendo que la vida en la escuela se transforme. Se hace necesario entonces, indicar que aprendizaje no es saber, no es acumular datos e información, no es producir un nuevo saber. Aprendizaje es la trasformación de la vida a través de las relaciones, del vínculo afectivo, del encuentro con sentido de humanidad. Una visión  de “aprendizaje” centrada exclusivamente en los contenidos, no favorece los procesos pedagógicos con sentido de humanidad, lo que dificulta los procesos educativos, todo esto porque no se establece un sentido, ni una relación significativa con la vida de los participantes, por lo tanto, será una educación sin vida, ni sentido de vida.

 

La educación desde esta perspectiva de la proximidad como apuesta ética, se comprende como el despliegue del amor, que le configura a la educación un sentido de humanidad, en otras palabras, el amor expresado por Maturana (2002) como una emoción biológica presente en todos y todas, pero  que al no desplegarse genera manifestaciones de agresión e indiferencia. En este sentido, considero, entonces, lo que permite el despliegue del amor es la proximidad como elección humana  que se establece desde la aceptación, el encuentro y el reconocimiento del otro/otra como legítimos. La proximidad es el despliegue del amor en la convivencia, en la cercanía y el encuentro.

 

La educación como proximidad, es una praxis pedagógica fundada en el amor que exige una forma especial de comunicación, no desde el discurso retórico, vertical y deshumanizado, sino desde la capacidad dialógica del encuentro simétrico, participativo, democrático y cálido con sentido de humanidad presente  en el maestro/maestra, que se comprende cómo ser en proximidad. Solo desde este lugar se gestan los procesos de aprendizaje. La proximidad, entonces, como compromiso ético, configura la educación en una expresión comunitaria, social y  fraterna que alimenta el deseo, la utopía, y el anhelo de un mañana mejor, la proximidad nos compromete en la esperanza, por eso ser maestro/maestra es asumirse como un ser sensible, dialógico y solidario que conserva la entereza y la fuerza para superar la desigualdad, la tristeza y caminar comunitariamente en el sendero pedagógico, con el compromiso  existencial de vivir cada día con un profundo sentido de humanidad, como un ser en proximidad.

 

 

Un homenaje para los maestros y maestras que viven cada día como seres en proximidad

Willian Fredy Palta Velasco

 Mayo 2015

 

Bibliografía 

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Maturana , H. (2002). El sentido de lo Humano. España: Dolmen.

Maturana, H. (2002). Emociones y Lenguaje en Educación y Política. España: Dolmen Ediciones S.A.

MAESTRO: PRAXIS DE PROXIMIDAD Y HUMANIDAD

MAESTRO: PRAXIS DE PROXIMIDAD Y HUMANIDAD

MAESTRO: PRAXIS DE PROXIMIDAD Y HUMANIDAD

Willian Fredy Palta Velasco

El educador no es un instructor, sino un fundador de un nuevo mundo, por la construcción de proyectos alternativos, mediados por una esperanza militante que cree en la potencialidad inscrita en el humano, que no se deja usar y reducir a lo económico o a otras ideologías reduccionistas
Celito Meir
La educación a la luz de la pedagogía de Jesús de Nazaret

Asistimos a una sociedad enmarcada por dinámicas económicas que determinadas por una cosmovisión consumista configuran una manera de relacionarnos con los Otros. Situación que ha afectado los procesos pedagógicos, haciendo de la educación un medio al servicio de sistemas hegemónicos que reducen al ser humano, como instrumento en un proceso de producción. Desencadenando una crisis social y educativa al pretender cuantificar la calidad educativa a partir de resultados y estandarizaciones alejados de todo proceso y desarrollo de las capacidades humanas. En medio de este juego de poderes y de intereses económicos aparece la figura del maestro quien asume el juicio severo de una sociedad incomprensible que ha desvirtuado su figura, que le ha abandonado y sobre todo le condena por no solucionar los problemas que son de toda una sociedad apática e indiferente que desconoce la necesidad urgente de reformar nuestras estructuras sociales, económicas y políticas.


En este marco siento la urgencia de expresar mi ser y sentir de maestro, como un reconocimiento a los millones de hombres y mujeres que cada día se levantan con la plena convicción de que es posible un mundo mejor. A esos seres maravillosos que en el silencio de una noche en vela piensan en nuevas estrategias, a pesar de los limitados de sus recursos. Quienes detrás de una taza de café se preocupa a ver en los exámenes los resultados menos esperados. Quienes fatigados después de una larga jornada, continúan en su preparación para seguir realizando su labor. Éste es un homenaje a esos personajes que sin pretenderlo fungen en ocasiones de guías espirituales, consejeros, acompañantes, psicólogos, padres – madres y otras más. Por que compartiendo esta vida de maestro con esos maravillosos seres en el colegio y universidad, me siento llamado hoy a afirmarcategóricamente que ser maestro es una praxis de proximidad y humanidad.


Ser maestro es praxis de proximidad porque es asumir el compromiso de construir un mundo mejor, esto significa la capacidad de salir de su ensimismamiento para ir al encuentro del Otro, porque solo en esa dimensión comunitaria podremos alcanzar nuevas realidade, en este sentido comprendemos que “Acortar distancia es la praxis. Es un obrar hacia el otro como otro; es una acción o actualidad que se dirige a la proximidad. La praxis es esto y nada más: un aproximarse a la proximidad (Dussel, 2011, pág. 46). Entonces, la proximidad es un acto de donación permanente que une lo disperso y reconcilia lo antagónico, que abriga la esperanza de nuevas realidades y permite levantarse hacia la busqueda del horizonte.


Asumir la vocación de maestro desde la proximidad es tomar una actitud de permanente reflexión en torno a la vida como totalidad, lo que implica una forma de mirar de manera especial. Es una visión comprensiva que supera la visión fragmentaría de un currículo parcelado y descontextualizado de la vida. Esto exige la capacidad de mirar la vida con la actitud del Principito que ve “lo esencial que es invisible a los ojos”, lo que implica que el maestro es una persona de infinita sensibilidad, consciente que con su lenguaje y su labor es capaz de tocar el alma humana y repara los sueños que la rigidez, la violencia y el autoritarismo han destrozado, tal como lo expresa Freire (2005 ) “La palabra se entiende aquí como palabra y acción; no es el término que señala arbitrariamente un pensamiento que a su vez, discurre separado de la existencia. Es significación producida por la “praxis”, palabra cuya discursividad fluye en la historicidad, palabra viva y dinámica, y no categoría inerte y exánime. Palabra que dice y transforma el mundo” esa palabra que crea y transforma el mundo, es la conciencia que su labor es una afirmación de la vida, por eso comprende que su vida es su misión y su misión es una vida plena que se dona, a través de un lenguaje humano y humanizador como palabra amorosa que brota del alma que palpita y vibra en el deseo de vivir en plenitud.


Esta capacidad de salir al encuentro del otro como distintivo de una opción existencial de servicio y entrega, hace del ser maestro una praxis de humanidad. Esto es, caminar de manera particular, acompañando personas y comunidades que viven sus procesos y caminan cada cual hacia su propio horizonte. El maestro establece vínculos afectivos con los otros y con el mundo que configuran su praxis pedagógica, porque solo a través del amor sé es maestro, que no es un instructor, sino un caminante que descubre nuevos caminos y formas de caminar en una existencia que nos invita a vivir, amar y ser feliz. En este sentido, el maestro no es solo el que enseña, sino el que es capaz de trascender, liberar y humanizar como expresión de una comunicación diáfana, sincera y trasparente con quien camina a su lado, es por esto que ser maestro no es más que la disposición de dejarse asombrar, de dejarse acontecer por las dinámicas propias del proceso educativo y gestar encuentros humanos que comprometen y construyen una nueva realidad.

Ser maestro no es ser un héroe, al contrario es un humano en medio de las vicisitudes propias de la existencia, quien se ha abierto a vivir una experiencia de encuentro con los Otros, manifestando el amor como posibilidad de humanización. Ser maestro es una tarea de invaluable responsabilidad, no por ofrecer un producto en serie a un sistema mercantil, sino porque en su praxis se gestan los sueños y anhelos de vida plena, de esa vida que él expresa en su ejercicio trascendente, místico y amoroso de proximidad y humanidad.


Feliz día de Maestro.
Mayo 15 de 2014


- Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

- Meier, C. (2009). La Educación a la Luz de la Pedagogía de Jesús de Nazaret. Bogotá: 2009.

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA: UNA APUESTA PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA: UNA APUESTA PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

 

En el momento actual, es necesario revisar el contenido y los métodos de la educación para la ciudadanía y orientarlos hacia el desafío de una formación de ciudadanos demócratas capaces de definir nuevas fórmulas de cohesión social que posibiliten “vivir juntos”

Gloria Pérez Serrano

Pedagogía Social

La ciudadanía se ha constituido en las últimas décadas en una preocupación para la investigación ética y política, en la que la educación no puede desligarse de su compromiso social, lo que implica pensar su lugar en la reconstrucción del tejido social; en la promoción del bienestar; en la consolidación de una cultura de los Derechos Humanos y en la humanización como criterios de acción que corresponde a su responsabilidad  ética-política. Por lo tanto, en la presente reflexión se pretende abordar la educación para la ciudadanía, como el agente dinamizador de procesos democráticos, fruto del empoderamiento de la conciencia  y la reflexión crítica de la realidad sociopolítica. Para tal propósito transitaré por dos momentos específicos: la educación como praxis política y la ciudadanía como agencia transformadora, que nos lleva a concluir que la educación ciudadana es un camino de transformación.

 

1.       La educación como praxis política

Afirmar que la educación es una praxis política, exige configurarla desde una dimensión ética (ethos) que otorgue un carácter distintivo. La educación debe renunciar a pensar en prácticas educativas lejos de toda conexión y reflexión política y de una unión solo discursiva, pero distante de su quehacer. La educación como praxis política implica asumir una postura clara, coherente y radical frente a la problemática social que impide al ser humano vivir con dignidad, en este sentido Torres va afirmar que “toda práctica educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas educativas siempre son políticas porque involucra valores, proyectos, utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación” (Torres, 2012, pág. 2).

 

La educación, entonces, no es neutra, debe  tomar, radicalmente, distancia de otras apuestas pedagógicas, que legitiman una práctica política  basada en la economía de mercado y disfrazadas de propuestas seudo-democráticas, que amenazan la vida y conculcan la dignidad humana. Es por esto, que una educación política (que no debe confundirse con tomar la educación para hacer proselitismo) requiere orientarse desde algunos lineamientos como: i) tener conciencia de las víctimas y procurar la superación de sus negatividades;  ii) una educación  crítica y humanizadora, que se presente, siguiendo a Freire (2005),  como superación de la educación bancaria; iii) una educación  que se indigne frente al dolor, el sufrimiento y la injusticia porque “la escuela está viva, es un buen lugar para la resistencia y la construcción” (González, 2005, pág. 48) Todo esto significa que una educación política es ante todo democrática, porque le apuesta a la participación simétrica. Desconocer el carácter político de la educación es renunciar a la posibilidad de transformación y liberación, es no asumir la responsabilidad de superar lo ejercicios deformados del poder como dominación, renunciar hoy a esta dimensión de la educación es  renunciar a la apuesta de ciudadanía.

 

2.       La ciudadanía como agencia transformadora

Hablar de ciudadanía es necesariamente referenciar la política desde una práctica esencialmente democrática, a partir de la aplicación de criterios que permitan obrar con pretensión de justicia (cfr. Dussel, 2009) en este sentido, ser ciudadano es un compromiso ético y moral,  procurar actuar desde el reconocimiento y la participación simétrica  de todos los actores de la comunidad política, como agentes necesarios para alcanzar consensos legítimos (Cfr. Palta, 2011). Esto requiere reconocer la dimensión esencialmente comunitaria de la ciudadanía que obliga establecer relaciones de proximidad. Siguiendo esta idea comprendo el ejercicio de la ciudadanía como agencia, es decir, la capacidad de gestar un tipo de sociedad que se considere valiosa.

 

Renuncia a la responsabilidad que implica la ciudadanía es no participar en la construcción de una sociedad que permita el desarrollo de la vida en las condiciones, éticas, sociales, económicas y políticas que consideremos valiosas, es decir impedir “el ejercicio de ―libertades fundamentales de que disfruta para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar”‖ (Sen, 2009, pág. 114). La ciudadanía, entonces, se comprende  como un compromiso por la Otredad (alteridad) que obliga negar toda negatividad, que impide a la vida humana desarrollarse plenamente, es por esto que la ciudadanía es una apuesta de transfornación social, un compromiso de reivindicación de la condición de víctima, como fruto de su concientización

 

La ciudadanía lleva implícito una actitud de defensa y cuidado de la vida frente a posturas, que le ponen en riesgo y le amenazan con su destrucción permanente, es el llamado como lo plantea Dussel “por la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana concreta de cada sujeto ético en comunidad (Dussel E. , 1998, pág. 91) lo que obliga moralmente al ciudadano a transformar ese sistema de cosas que hacen inhumano el proceso político, que quita toda aspiración al deseo y a la inquietud humana.

 

3.       La educación ciudadana es un camino de transformación

Siguiendo el recorrido hecho hasta aquí nos lleva a manera de conclusion afirmar que la educación ciudadana, en cualquier nivel de formación, es un camino que posibilita transfornación social, por lo que la educación para ciudadanía debe propender por ciudadanos críticos, activos, que procuren procesos de emancipación. En este sentido, la ciudadanía implica una conciencia crítica y un compromiso de participación, exigiendo comprender la importancia de la educación para la ciudadanía para gestar las movilizaciones sociales, tal como lo afirma Freire “la ciudadanía no llega por casualidad: es una construcción que, jamás terminada exige luchar por ella, exige compromiso, claridad política, coherencia, decisión. Es por esto mismo, por lo que una educación democrática no se puede realizar al margen de una educación de y para la ciudadanía (…)(Freire, 2004, pág. 133).

Esta educación para la ciudadania es una dimensión ética y política de la escuela (desde el pre-escolar hasta los estudios de doctorado) más que una práctica académicista de cursos y materias.  Esto es que la educación ciudadana trasciende los ejercicios de competencias ciudadanas, los cursos de urbanidad, civismo y más, que sin un carácter propiamente democrático y  participativo son activismos pedagógicos que degastan el sentido mismo de la ciudadanía, al respecto Freire afirma: “He aquí una de las tareas de la educación democrática y popular, de la Pedagogía de la esperanza: posibilitar en las clases populares el desarrollo de su lenguaje, nunca por el parloteo autoritario y sectario de los “educadores”, de su lenguaje que, emergiendo de su realidad y volviéndose hacia ella, perfile las conjeturas, los diseños, las anticipaciones el mundo nuevo. Ésta es una de las cuestiones centrales de la educación popular: la del lenguaje como camino de invención de la ciudadanía (Freire, 2011b, pág. 59).

Finalmente, entre los retos de la educación ciudadanía que configuran su carácter ético- político, está el propiciar espacios para encuentros dialógicos, participativos, rompiendo con toda asimetría pedagógica. Es permitir la expresión de una “palabra” crítica, abierta, participativa y transformadora, es decir, que debemos apuntarle a una educación ciudadana que empodere a las personas y les movilice a liberarse de su condición de víctima. Una educación ciudadana no está solamente enfocada a la formación de profesionales en serie, sino en agentes constructores de sociedades fraternas, solidarias y pacíficas, donde la vida pueda ser posible.

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Dussel, E. (1998). Ética de la liberacion en la Edad de la globalizacion y de la Exclusión. México: Trotta.

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González, G. (2005). Infancias. Imagenes de la sociedad. En I. Dussel, & S. Finocchio, Enseñar Hoy: Una introducción a la educación en tiempo de crisis (págs. 41-48). Buenos Aires: Fondo de Cultura económico.

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Pérez Serrano, G. (2009). Pedagogía Social. Construcción científica e intervención práctica. Madrid: Narcea.

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Torres Carrillo, A. (s.f). www.pedagogica.edu.co/storage/ps/articulos/pedysab04_05arti.pdf. Recuperado el 30 de Mayo de 2013

CIUDADANÍA: PARTICIPACIÓN Y COMPROMISO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL [1]

CIUDADANÍA: PARTICIPACIÓN Y COMPROMISO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL [1]

 

Willian Fredy Palta Velasco

La muerte de una niña, de un niño, siempre es desproporcionada. Llega atropellando y destruyendo todo lo cercano. Pero cuando esa muerte es sembrada y cultivada por la negligencia y la irresponsabilidad de gobiernos que han convertido la ineptitud en negocio, algo muy profundo se sacude en el corazón colectivo que abajo hace andar la pesada rueda de la historia.

Carta al Movimiento Ciudadano por la Justicia 5 de Junio. 

Subcomandante Marcos- EZLN.

 

La ciudadanía es el desafío moral de la sociedad, por eso dirigir esta reflexión a ese bello público de almas juveniles, que anhelan  superar la realidad de miseria, opresión, violencia es una exigente tarea, porque implica ofrecer posibilidades sobre la responsabilidad de asumir el noble ejercicio de la política (Cfr. Dussel E. , 2006)  desde alternativas novedosas, justas  que promocionen sentidos de humanidad y potencialice el desarrollo de capacidades. Por tal motivo en la presente reflexión se pretende abordar la ciudadanía como una obligación ineludible en las nuevas generaciones provocando transformaciones sociales, es por esto que la participación es la condición esencial como expresión del compromiso ético de construir una nueva sociedad.

1.      El poder político como expresión de participación comunitaria. 

 Pensar en la ciudadanía obliga a considerar el ejercicio del poder político y esto a su vez a repensarla, no como ejercicio fetichizado de dominación, sino como posibilidad de desarrollo de la vida humana en plenitud. Una de las dificultades que se evidencia frente al compromiso político es la asimilación que se hace de esta práctica como ejercicio de corrupción. No se puede negar que durante décadas hemos sido víctimas de una práctica política que desfigura su sentido y condena a millones de seres humano a la miseria y la muerte. Basta con abrir las páginas de los periódicos para encontrar noticias supremamente dolorosas que nos hace perder la fe en emprender cualquier actividad política. Sin embargo, hay que volver la mirada sobre el sentido de lo político, hay que repensarla desde una dinámica diferente, desde alternativas que no sólo busquen el beneficio de los que se lucran de la pobreza ajena, sino de posibilidades comunitarias de satisfacción de las necesidades de la comunidad.

 El poder político debe pensarse  como el ejercicio supremo de la soberanía de la comunidad política, en otras palabras es la expresión de la voluntad comunitaria que aunada por el consenso orienta sus acciones hacia un horizonte de sentido que posibilite el desarrollo de la vida humana. Es así que el poder es de la comunidad y esta lo delega en el representante. (cfr. Dussel E. , 2009) La comunidad no  puede ceder, ni renunciar al ejercicio del poder, porque esto sería renuncia a su voluntad, lo que la dejaría en situación de muerte.  Reitero el poder supremo y soberano es de la comunidad, esto implica que para que la política tenga un ejercicio adecuado y no se deforme se necesita que la cada uno de los miembros de la comunidad participen en la decisiones que se toman, esto es la ciudadanía (Palta Velasco, 2011)

 La ciudadanía, entonces, no es otra cosa diferente a la participación activa, consciente y real de cada uno de los miembros de la comunidad. Sobre nuestros hombros recae la responsabilidad de un poder democrático. Si la comunidad renuncia a este deber, ella no solo es cómplice de la corrupción, sino que ella misma es corrupta. Asumir la ciudadanía es participar, esta es la única manera de superar los altos índices de corrupción política que observamos en la cotidianidad. La apatía, el desinterés y autismo político es el alimento del corrupto. Que miedo más grande para el representante corrupto que una comunidad consciente, crítica y participativa. Alejarme de toda forma de participación política es contribuir a la sociedad necrofílica que juega con los sueños de los niños y jóvenes. 

 La juventud del nuevo milenio tiene en sus manos la responsabilidad de asumir el poder político no como dominación, sino como ejercicio democrático, que reconoce el lugar del Otro y la importancia en la construcción de una nueva ciudadanía. Es la hora de los movimientos sociales que gestan transformaciones, por eso por encima de los colores y la banderas partidistas que han dividido el mundo con ideologías vacías de sentido político comunitario, ésta  la voluntad de vivir con plenitud, de desarrollar la vida que consideramos valiosa en unidad fraterna, solidaria, y comunitaria que lucha por la reivindicación de las necesidades de las comunidades.

 

 2.      La ciudadanía como compromiso de liberación

 Ser ciudadano es tener dolor de humanidad, es leer la realidad desde la otredad. No es lugar cómodo del estancamiento de la conciencia que no se atreve a cuestionar, ni a pensar. Pensarse como ciudadano, es pensarse como ser conflicto, no como estado de beligerancia, sino como  el evitar el acomodo frente al dolor ajeno. La ciudadanía es una praxis ética de indignación frente al sufrimiento, la pobreza y  la miseria; es un rechazo absoluto a la injusticia que genera dominación, opresión y muerte (cfr. Dussel E. , 1998). Ser ciudadano es asumir un compromiso de transformación  fruto del dolor de humanidad y la indignación de ver al hermano que sufre a causa de una sociedad mercantilizada, indiferente y egoísta.

 La ciudadanía no se puede reducir al obtener una cédula que nos permite ingresar a sitios antes restringidos para quienes son menores de edad, sino que es una actitud ética de compromiso social, de gestar cambios sencillos pero profundos. Ser ciudadano es una lucha permanente de liberación de las ataduras y sistemas de  dominación erótica, pedagógica, económica y política (cfr. Palta Velasco, 2011). Es la formación de la conciencia crítica, que lee el mundo y trasciende los eufemismos que disfrazan la realidad. Es la gesta que moviliza la comunidad hacia el horizonte de sentido y que labora por un mundo mejor.

 La conciencia ciudadana nos permite fortalecer la unidad porque nos saca de nuestro individualismo mercantil, intelectual, económico y nos vincula con el Otro hacia la  consolidación de un proyecto de país a partir del reconocimiento de nuestro lugar y el valor de nuestra participación. Ser ciudadano es la mano que se extiende para estrecharla hacia aquellos que luchan por un mundo más justo, solidario y fraterno. La conciencia ciudadana nace de la lucidez que ganamos al saber que el poder es nuestra facultad fundamental como comunidad de la brota todo ejercicio delegado del poder (Ver. Saramago, 2010).

 El compromiso de transformación como praxis de ciudadanía es un ejercicio de cotidianidad, no se puede confundir con la expresión folclórica de masas políticas que con grandes algarabías, quieren manifestar poder y grandeza. La ciudadanía es más que eso, es la acción simple del ser humano que entabla vínculos democráticos a partir del consenso, el reconocimiento y la participación (cfr. Palta Velasco, 2011). Es aquel hombre que con su trabajo honesto aporta el pan a sus  hijos; es la mujer que con valentía se sacrifica por educar a sus muchachos. Ciudadano es el ejecutivo que su corporación  no es sólo el lugar de producción económica, sino el espacio para el desarrollo de proyecto de vida. Ciudadano es el representante que asume su vocación de funcionario  público como una responsabilidad delegada por la comunidad. Ciudadano es ser consciente de mi lugar en la democracia no como elector autómata,  sino como agente de transformación.

3.      A manera de conclusión: proclama por una ciudadanía critica, justa y transformadora.

La comunidad política pide urgentemente cambios en la configuración de su estructura social, estamos cansados de muertes de niños y jóvenes por una guerra fratricida que no causamos, pero que padecemos. Estamos cansados del ver el sufrimiento de los padres y madres por sus hijos que mueren sin razón, ni sentido. Estamos cansado de la corrupción política que roba sueños e ideales: Nos duelen las lágrimas del campesino que reclama  con justicia el trabajar su tierra;  nos duele los  millones de niños sin escuela; sentimos en nuestras calles el dolor del desplazamiento y del desempleo. Sentimos el hambre del hermano que camina a nuestro lado, por eso decimos hoy ¡BASTA! Y lanzamos de este espacio una proclama que recorra cada rincón de nuestra tierra, que penetre con el aire a cada pulmón y vibre con sangre en cada corazón. Lanzamos una proclama  que reclame el justo derecho de vivir en plenitud en nuestra tierra, con nuestros hermanos, por eso hoy alzamos la voz al unísono, para gritar  que:

Renunciamos a toda forma de violencia, opresión y miseria que condena al hermano.

Rechazamos toda forma de dominación, que impide al espíritu humano volar con libertad.

Renunciamos a toda forma de corrupción que siembra muerte y desolación.

Rechazamos todo consumismo que reduce todo al egoísmo.

Y asumimos un compromiso por mi tierra latinoamericana desde La Patagonia hasta el Rio Bravo, por su pulmón amazónico, por su pampa Argentina. Por sus andes nevados, por su piel indígena, por su pueblo multicolor, por su hermandad latinoamericana, por mi pueblo colombiano, por su construcción como un pueblo justo, fraterno y solidario, porque nosotros hoy  hemos tomado conciencia que:

-          Somos jóvenes agentes de cambio y gestaremos la transformación social.

-          Somos dueños de nuestra historia y construiremos el futuro.

-          Somos ciudadanos de nueva humanidad y hemos decidimos la vida, la justicia y la paz

-          Somos comunidad juvenil luchando por el porvenir.

-          Somos conciencia crítica, activa y participativa

-          Somos la lucidez e irradiaremos el mundo con sensatez.

 

Porque somos la nueva ciudadanía crítica, justa y transformadora.

 

 Bibliografía

Aguirre Rojas, C. A. (2009). Mandar Obedeciendo: las lecciones politicas del neozapatismo Mexicano. Rosario-Argentina: Prohistoria Ediciones.

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Sartori, G. (2003). ¿Qué es la democracia? México: Taurus.

Zuleta, E. (1995). Educación y Democracia. Cali: Fundacion Estanislao Zuleta .

 [1] Texto elaborado para  el primer foro juvenil “Si nacimos pa Semilla- porque ser joven si aguanta” Organizado por la regional de Fe y alegría. Barranquilla y Santa Marta. El día 21 de Noviembre de 2013.